sábado, 10 de diciembre de 2011

CAPÍTULO 1. FRANCISCO Y SU LLEGADA A TENOCHTITLÁN.

Era un día muy pero muy frío del mes de noviembre, de esos días en que preferirías no levantarte para ir a la escuela y quedarte todo el día en cama viendo televisión y comiendo golosinas o por lo menos eso era lo que pensaba Francisco; un niño de tan sólo nueve años de edad al cual le fascinaba jugar futbol, ver televisión, nadar, comer golosinas pero también tenía un enorme gusto por la lectura y por la historia, sobre todo la de su país México. Desde hace algún tiempo Francisco había adquirido un gusto muy grande por la historia, específicamente la de Tenochtitlán, esto se debía principalmente a que su padre se dedicaba a viajar por el mundo descubriendo “tesoros” y accesorios que habían pertenecido a antiguas civilizaciones. Se preguntarán qué hacía el papá de Francisco, bueno pues él es un arqueólogo que además y casualmente también es fanático de la historia prehispánica de México y cada vez que salía en sus viajes de expedición le prometía a Francisco grandes historias acerca de los accesorios, herramientas, o diversos materiales que encontrara.

Últimamente el padre de Francisco había estado trabajando en encontrar vestigios de la cultura mexica y su arte, cada vez que hallaban algo nuevo, el padre de Francisco le enseñaba fotos de su nuevo descubrimiento y le contaba Francisco lo que representaba ese objeto para la cultura Tenochca. Así fue como Francisco cada vez se interesó más y más en este tema y siempre trataba de buscar libros y diversas fuentes que hablaran del arte en Tenochtitlán y de su cultura en general.

Regresando al momento en que Francisco todavía se encontraba dentro de su cama en esa mañana fría de noviembre, pensando si se levantaba o no para la escuela, recordó algo que sirvió como un gran motivador para tomar la decisión de levantarse de la cama, bañarse e ir a la escuela, y es que el motivo para no faltar a clases ese día era precisamente que la maestra del grupo de Francisco había quedado en llevar a los niños a un museo de antropología en donde les darían una plática acerca de la cultura y el arte en Tenochtitlán. Ese día Francisco la pasó genial ya que aprendió muchas cosas nuevas sobre la cultura y arte Tenochca, había unas cosas que ya sabía porque su papá se las había explicado con anterioridad, sin embargo disfrutó mucho su visita al museo de antropología de su ciudad. Ya de regreso en la escuela antes de que fuera la salida de Francisco y sus compañeros, la maestra de grupo les dejó una tarea la cual consistía en que los alumnos debían realizar una investigación acerca de la cultura o el arte en Tenochtitlán.

Al escuchar la tarea que tenían, Francisco se emocionó mucho ya que a él le fascinaba ese tema en específico y todavía más contento se puso porque pensó en pedirle ayuda a su papá para poder realizar este trabajo y poder llevar varias fotos y videos sobre los vestigios encontrados del arte en Tenochtitlán. Al llegar a su cada Francisco buscó muy emocionado a su papá pero al no encontrarlo decidió preguntarle a su mamá en dónde se encontraba su papá.

Mamá: -Lo siento hijo pero tú padre tuvo que salir de emergencia para realizar una excavación con su equipo y dejó dicho que tal vez regresaba en tres semanas.
Al escuchar estas palabras Francisco se sintió muy triste y desesperado…

Francisco: -¡Oh no!, y ahora ¿qué voy a hacer?, ¿cómo voy a resolver mi tarea? Yo contaba con la ayuda de mi papá para hacer este trabajo.

La mamá de Francisco, al verlo tan triste, le propuso buscar la información necesaria en los libros de la pequeña biblioteca que había en su casa, sin embargo Francisco no estaba muy convencido de buscar en libros ya que consideraba que no tenían tanta información como la que le podría haber dado su padre. Por fin, triste y no muy convencido, Francisco decidió que buscaría información del arte Tenochca en diferentes libros pero antes de empezar con su ardua tarea y después de haber comido muy bien decidió ir a su cuarto a dormir un momento para que cuando despertara estuviera más relajado y pudiera realizar su tarea con un mejor ánimo.

Francisco se fue quedando dormido mientras pensaba…

-Caray, desearía poder viajar en el tiempo y conocer la antigua ciudad de Tenochtitlán, quisiera saber porqué hacían obras artísticas, cómo las hacían, ver sus danzas… ¡quisiera conocerlo todo!...

Tiempo después Francisco fue despertando poco a poco pero cuando por fin abrió completamente los ojos cuál fue su sorpresa al ver que ya no se encontraba en su recámara sino en un lugar muy peculiar y a la vez extraño para él…
Francisco: -¡¿Dónde estoy?! ¡¿Qué pasa aquí?! Pero… yo estaba en mi cuarto durmiendo una siesta, ¡Qué es este lugar!... ¿Cómo llegué aquí?... un momento, ¿pirámides?.... pero, pero… este lugar se parece mucho a una imagen que me enseño mi padre cuando hablábamos de la ciudad de… ¡TENOCHTITLÁN!, ¡NO LO PUEDO CREER! No, no, no, no… esto es un sueño… pronto despertaré y otra vez estaré en casa, a ver concéntrate en despertar… ¡VAMOS FRANCISCO! ¡DESPIERTA! ¡DESPIERTAAAAA!

En tanta desesperación que estaba Francisco no se dio cuenta que justó detrás de él había una niña más o menos de su edad que lo miraba con mucha curiosidad y gracia en el rostro.

Niña: -Oye tú niño, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás gritando como si estuvieras loco?... y ¿qué es lo que llevas puesto?, (su piel es tan diferente a la mía) pensó la pequeña niña que observaba a Francisco.

Francisco: -Yo no estoy loco, sólo estoy soñando y no puedo despertar pero ya tengo que hacerlo o mi mamá se va a preocupar por mí, debo regresar a mi cuarto, a mi casa, a México.

Niña: -¿México?... así se llama tu pueblo, porque yo nunca había visto a alguien como tú por aquí, tienes una piel muy blanca y tu ropa es muy extraña, vienes de algún ritual para los dioses.

Francisco: -¿Dioses?... no, no… a ver, primero que nada me voy a presentar contigo, mi nombre es Francisco, tengo nueve años, vivo en una ciudad que se llama México y además… pero no menos importante… ¡VENGO DEL AÑO 2011! No pertenezco aquí, es más ni siquiera sé cómo llegué pero todo parece que no es un sueño, es decir puedo percibir todo. El calor que hace, el olor de las flores… ves niña, no soy de aquí ni de ningún pueblo cercano.

Niña: -¡¡¡¡  !!!! JAJAJAJAJA tú sí me has hecho reír jajajaja, oye tú de verdad si estás loco pero más vale que no te escuche nadie más decir esas tonterías o serás el próximo sacrificio humano. Tienes mucha imaginación pero ya enserio dime la verdad… ¿eres un guerrero de otro pueblo y vienen a espiar verdad?, ¿es eso?... ¿quién te manda?, dímelo ahora y quizá se te perdone la vida pero deberás quedarte como un esclavo.

Francisco: -NOO, es enserio todo lo que te dije es la verdad, mira no sé cómo ha pasado todo esto pero yo sí soy de este lugar, sólo que de la época en la que yo vengo, que es el futuro, no es como ahorita además de que ya no se llama Tenochtitlán sino que ahora se llama México y… bueno… es que… ya no hay gente como ustedes.

Niña: -Bueno, supongamos que te creo, aunque es muy difícil, pero dime ¿qué quieres aquí? Quiero decir que debe haber una razón por la cual llegaste aquí.

Francisco: -Bien, mmm ¿qué te parece si primero me dices tú nombre? Y luego yo te cuento más cosas.

Niña: -De acuerdo, mi nombre es Quetzalli y tengo nueve años.

Francisco: -Que lindo nombre, bueno pues mucho gusto y te repito que yo me llamo Francisco y también tengo nueve años.

Francisco le tendió la mano a Quetzalli a manera de saludo pero ésta sólo lo miró de manera extraña y con algo de temor.

Quetzalli: -¿Qué haces? ¿Por qué pones tú mano así?

Francisco: -Sólo es un saludo… mmm… a ver, te voy a explicar, mira, cuando unas personas recién se conocen se dan la mano y eso es una señal de que se saludan… ¿me entiendes?... sólo es un saludo.

Quetzalli: -Sí entiendo… pero eso ¿está bien?... ¿no pasa nada malo?

Francisco: -Claro que no… confía en mí.

Y de esta manera Francisco y Quetzalli se dieron un apretón de manos, a manera de formalizar su presentación.

Quetzalli: -Bueno, te vuelvo a preguntar ¿por qué estás aquí?, porque aunque tú dices que no sabes cómo es que llegaste, yo creo que debe haber una razón por la cual tú estás en Tenochtitlán… trata de pensarlo y recordar

Francisco: -Mmmm… no lo sé… aunque… ¡SII! Ya recordé, creo que tal vez podría ser eso ¡sí, cómo no se me había ocurrido antes!

Quetzalli: -¡¿Qué?! ¡¿Por qué estás aquí?!

Francisco: -Mira es porque, bueno supongo que vas a la escuela primaria ¿verdad?

Quetzalli: - ¿A la escuela de qué?

Francisco: -Si, a la escuela primaria, el lugar en donde te dan educación, te enseñan cosas, tienes maestros…

Quetzalli: -Ahhh si, aquí hay una escuela que se llama Calmecac pero sólo van los nobles.

Francisco: -Bueno luego me explicas eso, el asunto es que creo que estoy aquí porque el día de hoy mi maestra de la escuela me dejó una tarea en la que tenía que investigar todo sobre el arte Tenochca y yo estaba emocionado porque mi papá sabe mucho de este tema pero resulta que cuando llegué a mi casa mi padre no estaba porque salió en uno de sus viajes y yo me puse triste y fui a dormir a mi cuarto deseando viajar en el tiempo para poder conocer Tenochtitlán y su arte y… (Dijo Francisco a punto de ponerse morado porque apenas sí había respirado al decir toda la explicación anterior).

Quetzalli: -Jajaja, respira un poco. Entonces lo que quieres es conocer nuestro arte, sus materiales, porqué lo hacemos y todas esas cosas para poder entregar tú trabajo. ¡Vaya!... a ti sí que te gusta hacer las cosas muy bien, mira que viajar en el tiempo sólo por esa tarea jajaja.

Francisco: -Jajaja, muy graciosa Quetzalli, mira yo no sabía que esto iba tan enserio, nunca creí que al despertar me encontraría en la antigua ciudad de Tenochtitlán.

Quetzalli: -De acuerdo, sólo estaba jugando. En fin, ¿qué te parece si yo te enseño todo lo que sé de nuestro arte?

Francisco: -Mira, no quiero ofenderte pero sólo eres una niña de nueve años como yo ¿qué tanto sabes de ese tema?

Quetzalli: -Bueno si no confías en mi entonces me voy. –Dijo Quetzalli un poco molesta-.

Francisco: -No, lo siento… espera.

Pero cuando Francisco intentó ir detrás de Quetzalli se dio cuenta de que ya no estaban tan solos, lo único que alcanzaba a ver era mucha gente con ropa muy extraña y un gran hombre que vestían una especie de túnica muy elegante y un penacho muy colorido y con joyas. Este señor majestuoso se dirigía a Quetzalli con mirada muy enojada… era nada más y nada menos que el Tlatoani o Rey Azteca.
Tlatoani: -No es digno que la hija del Tlatoani, la princesa azteca se pasee por el pueblo sin guardia… sabes que no tienes permiso de andar con tus paseos.

Quetzalli: -Discúlpeme padre… yo sólo quería dar un paseo para divertirme.

El Tlatoani se percató de la presencia de Francisco y rápidamente (considerándolo un enemigo) mandó a apresarlo, al ver esto Quetzalli le suplicó a su padre por la vida de Francisco.

Quetzalli: -Nooo, padre por favor… él no es malo, es mi amigo y viene de muy lejos… sólo va a estar un tiempo muy pequeño para conocer un poco más las cosas que hacemos aquí… no le hagas nada.

El Tlatoani, quien por cierto adoraba a su hija, accedió a que Francisco se quedara para conocer el arte Tenochca.

Francisco: -Cielos, me asusté en serio.

Quetzalli: -Lo siento, pero lo importante es que ya tienes permiso para estar aquí y nadie te va a hacer nada.

Francisco: -Oye no sabía que eras una princesa, vaya secreto que me ocultabas.

Quetzalli: -Bueno ya, eso no es importante… soy una niña como cualquiera. ¿Qué te parece si dejamos de perder tiempo y te empiezo a hablar del arte Tenochca?

Francisco: -Me parece muy bien.

Quetzalli: -Bien… pues sígueme…

CONTINUARÁ…

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aguilera, Carmen. El arte oficial Tenochca. Su significación social. Editorial UNAM. México. 1985. Pp. 21 – 47 y 143 - 155.
CLAVE: F1219.3.A7 A38 EJ2 en Investigación Histórica.

Baquedano, Elizabeth. Los Aztecas. Editorial Panorama. México. 1992. Pp. 109 – 152.
CLAVE: F1219.73 B36 en Investigación Histórica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espero tus sugerencias y apoyos para mejorar este blog.